La confesión fue directa y ocho meses después de las capturas. Patricia Castro , conocida popularmente en las calles del oeste de Godoy Cruz como la “Pato” , admitió ante la Justicia federal lo que los investigadores ya sabían: tenía drogas fraccionadas destinadas a la comercialización.
Esa revelación, lejos de ser un acto de arrepentimiento espontáneo, selló un acuerdo de juicio abreviado que terminó con meses de disputas territoriales, tiroteos nocturnos y una red familiar dedicada al narcomenudeo que operaba con total impunidad en barrios populares del Gran Mendoza.
El juez federal Marcelo Garnica homologó el acuerdo alcanzado entre la fiscal federal Patricia Santoni, su auxiliar Juan Manuel González y las defensas de los imputados. Las penas fueron contundentes: seis años de