En su novela hecha a principios del siglo 19, Mary Shelley describió a su Frankenstein como un ente de 2.50 metros de estatura, piel amarillenta que no lograba cubrir sus músculos, labios negros y cabello lacio oscuro y quien, conforme avanza la trama, va demostrando inteligencia.

El monstruo no sólo gustó al pequeño grupo que lo conoció por vez primera en una casa de Suiza en el verano de 1816, sino que ya editado alcanzó buenas ventas entre la gente entre la cual se registraron algunos casos de insomnio debido a lo grotesco que pudiera parecer la criatura.

Casi un siglo después la historia llegó al naciente cine en formato de corto, considerado ahora como perdido, protagonizada por Charles Stanton Ogle . Era 1910 y nadie habría apostado a que más de 100 años después, el perso

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