El papel de cocina se ha convertido en un imprescindible del hogar. Es rápido, higiénico y resuelve en segundos cualquier pequeño desastre: desde absorber aceite hasta secar una encimera. Sin embargo, su uso no siempre es el más adecuado. Hay superficies en las que resulta práctico, pero también otras donde puede dejar residuos, rayar o incluso empeorar la limpieza.
Aunque a simple vista parezca un aliado universal, no todo se limpia con papel de cocina. Su textura, diseñada para absorber líquidos y retener grasa, no lo hace apto para materiales delicados ni para tareas que requieren un acabado sin marcas. Saber cuándo utilizarlo -y cuándo no- puede alargar la vida de tus utensilios y evitar más de un disgusto. Mira también:
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