Es así como los estremecimientos y afanes por la paz son repetitivos en cada arremetida cruenta de las guerras internas en el Cártel de Sinaloa, igual que el reciclado de los lapsos de tranquilidad que ofrece la pax narca. Es que tampoco se trata de un Sinaloa que lleve décadas transitando por sendas pacíficas y que al andar hoy por las veredas agrestes de la narcoviolencia ignore los peligros y cómo enfrentarlos.
A octubre, un mes de persistente labor ciudadana para la construcción de paz, le correspondió también la terca acción criminal que coloca a Sinaloa en intervalos de indecisión sobre si conviene la rendición frente al predominio de la violencia por encima de la lucha gubernamental para combatirla, o seguirle apostando a la misma estrategia de las fuerzas militares y policiales pa