Hace unos meses, los representantes acuícolas se reunieron con el entonces Comisionado de Pesca y con el Secretario de Agricultura. Hubo promesas: detener el contrabando, fortalecer la inspección, revisar tratados con Centroamérica y electrificar granjas. Pero la realidad, hoy, es que esas promesas siguen flotando en el aire.

En los últimos días hemos visto que el campo mexicano está acaparando los titulares, pero bajo la superficie, en estanques y granjas acuícolas, se encuentra otro tema igual de delicado pero más silencioso. En Sinaloa, los acuicultores están levantando redes vacías, no de camarón, sino de esperanza. Hoy, una de cada diez empresas acuícolas ha cerrado o cambiado de manos. No es una cifra técnica: exige que el Gobierno Federal escuche y eche a andar acciones muy específ

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