Durante décadas, el bidet fue símbolo de higiene, confort y distinción europea. En la mayoría de los hogares argentinos, su presencia era casi obligatoria, al punto de convertirse en un sello cultural. Sin embargo, el 2025 marca un cambio de paradigma: cada vez más baños modernos dicen adiós a este clásico sanitario, apostando por un diseño más limpio, funcional y sustentable.

En tiempos donde el minimalismo y el aprovechamiento del espacio son prioridad, el bidet comienza a ser visto como un elemento obsoleto. Su tamaño y su escasa integración estética lo han transformado en un desafío para arquitectos y diseñadores. En los nuevos hogares urbanos, el baño se reimagina como un espacio de diseño inteligente, donde cada elemento cumple una función precisa.

La despedida del bidet no implica

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