En octubre, cuando la frontera entre lo real y lo velado se diluye, emerge No toda vigilia es luz , una exposición colectiva que se interna en los territorios más inquietantes del subconsciente. Lejos de concebirlo como un espacio de reposo o escapatoria, esta muestra lo aborda como un umbral abierto hacia lo profundo, donde las certezas se diluyen y las sombras adquieren forma.

En esta propuesta, el sueño, estado opuesto a la vigilia, no es refugio: es un laberinto. Un lugar en el que el subconsciente revela aquello que la vigilia pretende silenciar. Las obras reunidas exploran este universo desde diversas perspectivas: paisajes mentales distorsionados, cuerpos en metamorfosis, símbolos oscuros y presencias que habitan en el umbral entre la imagen y el delirio. Pesadillas, ansiedad,

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