La pura suerte (o la falta de ella) hace que esta atracción sea especial. Durante la década de 1950, la Compañía Asiática Oriental adquirió el terreno que rodea el templo.
Una condición de la venta era retirar una estatua de yeso de Buda, pero resultó ser demasiado pesada para la grúa. El cable se rompió y la figura se cayó, dejándola allí durante la noche. Casualmente era temporada de lluvias, y cuando a la mañana siguiente pasaron unos monjes, notaron un destello dorado a través del yeso. Se retiró el revestimiento, revelando un Buda de 3,5 metros, fundido con 5,5 toneladas de oro macizo.
Todos los intentos de rastrear el origen de esta invaluable estatua han fracasado hasta la fecha, pero se supone que data del período Sukhothai, cuando invasores merodeadores amenazaban el país y sus

El Heraldo San Luis Potosí

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