Cuando llega octubre, el aire se llena de anticipación. Las vitrinas se tiñen de negro y naranja, las redes se inundan de tutoriales y, como cada año, el cine vuelve a ser el punto de partida para imaginar quién se será por una noche.
Halloween no solo invita a disfrazarse, sino a transformarse : a rendir homenaje a personajes que dejaron huella, a liberar tensiones y jugar con la identidad sin miedo al qué dirán.
Disfrazarse es, en esencia, una manera de explorar otras versiones de uno mismo. Ya sea en una fiesta, en un set de rodaje o en la infancia, el disfraz tiene un poder simbólico: permite representar, escapar y crear. De Audrey Hepburn a ‘Harley Quinn’, cada personaje evoca una emoción distinta y una forma de ser en el mundo.
Algunos disfraces atraviesan generaciones. El vestido

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