El fallo del Tribunal Superior de Bogotá que absolvió al expresidente Álvaro Uribe Vélez no es una simple sentencia. Es una sacudida a la estructura de poder dentro del sistema judicial y una confirmación de que se usó la ley para perseguir políticamente a quien representa un obstáculo para los intereses del régimen neocomunista que pretende tomarse a Colombia.

Durante años, se fabricó un caso a la medida. Un proceso armado con testigos falsos, interceptaciones ilegales y un sesgo ideológico evidente. Se disfrazó de justicia lo que en el fondo era una persecución. La juez Sandra Heredia se convirtió en el rostro de esa justicia contaminada y putrefacta, una justicia militante que en lugar de buscar la verdad se dedicó a construir culpables.

El Tribunal fue claro en su ratio decidendi ,

See Full Page