Existe algo en la entrada del hotel Reconquista. La espera de esa multitud es la de . Aguardan impacientes una llegada que en realidad nunca sucederá. Entre otros motivos, esenciales, cruciales o como se quiera puntualizar, porque los que aspiran a ver y reconocer, los galardonados, se encuentran desde hace horas en el interior. ¿Por qué, entonces, están ahí todas esas docenas de personas, arropados por el frío mañanero y detrás de una valla custodia? Una incógnita. O no. O a lo mejor es que simplemente a los días festivos nunca hay que exigirles demasiados razonamientos. Son mera emoción. Pulsión sin sentido común o con el único sentido común que pide llevar encima una rebequita para ahuyentar el primer temblor de un resfriado.
Así, mientras unos, en el exterior, tiran de paciencia y de

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