Caminar sin ver. No como metáfora, sino como realidad. Salir a la calle con los ojos cubiertos y un bastón en la mano convierte el mundo en algo completamente distinto. Bastan unos pasos para comprender que algo tan sencillo como avanzar por una acera puede convertirse en una prueba de fe, de paciencia y de confianza.
Hace unos días decidimos ponernos en la piel de quienes viven cada jornada con esa incertidumbre. En Cantabria, 927 personas están afiliadas a la ONCE , y alrededor de un 13 % son ciegas totales . Lo que para la mayoría es rutina, para ellas es un desafío constante.
El primer paso: perder el control
El primer impacto no es la oscuridad, sino el miedo. El miedo a lo desconocido, a no saber qué hay delante. El sonido se multiplica, las distancias engañan, el cuerpo du

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