Las señales de alarma en la relación comercial de Norteamérica volvieron a encenderse. Donald Trump anunció —con su estilo característico de ultimátum— el fin de las negociaciones comerciales con Canadá, alegando un “anuncio fraudulento” del gobierno de Ontario que, según él, manipulaba un discurso de Ronald Reagan contra los aranceles. Mientras tanto, el secretario de Comercio mexicano, Marcelo Ebrard, sostuvo un tono diametralmente opuesto: “Soy optimista. No espero cambios sustanciales al T-MEC”.

Dos narrativas opuestas. Dos velocidades políticas. Y México, nuevamente, en medio del tablero.

El anuncio de Trump tiene varias capas. La más visible es la electoral: su campaña hacia la reelección se construye sobre el nacionalismo económico y el castigo a quienes —según él— “abusan de la b

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