Parece algo tan sencillo como observar el reloj y medir el tiempo con respecto a cualquiera de nuestras actividades; finalmente sabemos que el día transcurre en 24 horas y es a través de ellas que nuestra vida se desarrolla. Por ello, medir el tiempo es vital; saberse en un lugar determinado a una hora determinada es la definición del presente. La administración de las horas es notoria, puede observarse en el actuar de cada ser humano: el niño que juega sin importarle los minutos, la madre que le insiste en que es hora de ir a bañarse, el auto que se desplaza con calma, el que desesperado insiste en el claxon, el timbre escolar que anuncia algo, la alarma sísmica, el checador de los espacios de trabajo. El tiempo está en todas partes, y en todas partes es el ser humano el que lo baña de si

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