Hace unos días, en nuestro querido Ayacucho, la noticia del 2% de aumento para los empleados municipales se sintió como una cachetada. Sí, un dos por ciento. Insignificante, ridículo, un número que es el reflejo frío y duro del desprecio que los funcionarios de turno tienen por nuestro esfuerzo diario.
Y la charla entre compañeros, como siempre, terminó en un resignado y amargo: «Y bueno, somos pobres, qué se le va a hacer.»
Pero esa frase, ese lamento, me resonó en la cabeza. Y tuve que parar la pelota y escribir estas líneas para sacar afuera lo que duele por dentro.
No, compañeros. Basta de ese autodiagnóstico. Mirándonos a los ojos, con la verdad incómoda por delante, creo que la etiqueta de «pobres» es un error que nos debilita más de lo que nos describe.
Somos pobres en lo económ

Ayacucho Al Dia

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