El Partido Acción Nacional ha vuelto a las andadas. Ahora dice —con aire de solemnidad reciclada— que su nueva bandera moral será “Patria, familia y libertad.” Qué conmovedor. Si uno cierra los ojos, puede imaginar a Benito Mussolini aplaudiendo desde el más allá, fascinado de que su vieja consigna de los años treinta haya encontrado nuevos discípulos en las oficinas de un partido que alguna vez se decía demócrata.

“Patria, familia y libertad”: tres palabras que, juntas, suenan a sermón, pero que en manos del PAN se convierten en un collage ideológico de saldo. Porque ni es patria lo que defienden —sólo sus privilegios—, ni familia lo que invocan —salvo la suya—, ni libertad lo que promueven —sólo la suya, para evadir impuestos o para insultar al prójimo en nombre de Dios y de la empresa

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