El mar, que debería respirar, se está quedando sin oxígeno. Bajo la superficie, los océanos guardan un síntoma inquietante: las llamadas zonas muertas, regiones donde el oxígeno es tan escaso que la vida no puede sostenerse. Son áreas imperceptibles desde la orilla, pero letales para peces, moluscos y corales. Y lo más alarmante es que están creciendo: según la NOAA, Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica, hoy existen más de 400 zonas hipóxicas en todo el mundo, y su número se ha multiplicado en las últimas cinco décadas.

Los factores que crean estas zonas son ambos humanos: la eutrofización y el cambio climático. Los fertilizantes y residuos agrícolas llegan a los ríos y desembocan en el mar, disparando la proliferación de algas. Cuando estas mueren, se hunden y son de

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