Hay días en los que te levantas con el miedo en el cuerpo . Un portazo, el grito de un crío, el taladro en una obra, el bocinazo de un coche y das un brinco y se te acelera el corazón. Joder qué susto, qué tembleque. Aunque para susto, el definitivo de un bomba cayendo a tu lado y el estallido que alivia de la mala vida, si es que había vida entonces. No se puede vivir con miedo. No se debería. Aunque la sensación que se impone en estos tiempos es mayor y peor: es el horror, el miedo intenso que lleva a la paralización, a la congoja, a la incredulidad, al asco . Estamos horrorizados.
Es un horror la aniquilación de los palestinos, los que intentan blanquear el genocidio, la corrupción abundante en los vericuetos próximos a los gestores públicos, la política macarra del presidente del p

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