Mientras la mayoría de Miami dormía, dos trabajadores de la construcción bajaron a una zanja en el centro de una autopista de 12 carriles.

La tierra estaba húmeda por una tormenta de lluvia ocurrida el día anterior, lo que hacía que se desmoronara con facilidad. Alguien debió haber notado el peligro antes de que los trabajadores entraran, según los protocolos de seguridad. Pero su empleador —una empresa llamada Archer Western, pagada con fondos de los contribuyentes de Florida— no lo hizo.

Los hombres comenzaron a retirar una tubería, intentando sacar una roca que obstruía el paso con una barra. Casi de inmediato, la zanja colapsó, arrastrando consigo una pared de concreto de 30,000 libras.

Les aplastó los órganos y les partió la columna en dos. Murieron antes de que llegara la policía.

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