Estás frente al mostrador. A la izquierda, un filete de un rojo brillante, casi de anuncio, que grita "¡cómeme, estoy fresco!". A la derecha, una pieza de un tono más apagado, quizá un poco más oscura, pero veteada de finas líneas blancas. ¿Cuál eliges? La mayoría nos lanzamos al rojo vibrante . Es un acto reflejo. Aunque no siempre es el más inteligente.
Es algo reconocido por los que están todo el día en contacto con este producto como son los carniceros. Uno de los ejemplos es Mariano Sánchez que a La Vanguardia reconoció que los clientes se pueden llegar a fijar mucho en el color del producto, pero apunta que la verdadera clave está en la grasa del filete.
Esto nos hace tener una pregunta casi obligatoria: ¿es esto un simple truco de tendero o tiene una base científica real? La r

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