Las niñas y niños en comunidades incomunicadas enfrentan riesgos mayores de desnutrición, exposición a enfermedades transmitidas por agua contaminada o mosquitos, afectaciones psicológicas derivadas del miedo constante y un grave rezago educativo.

Cuando el agua baja, lo que queda no son sólo calles cubiertas de lodo, escuelas destruidas o caminos cerrados. Quedan comunidades heridas, familias fragmentadas y una niñez que intenta comprender por qué su mundo cambió de un día para otro. Las inundaciones que durante octubre devastaron el oriente y el centro del País -principalmente en Veracruz, Puebla e Hidalgo- son ya una de las emergencias más graves de los últimos años.

Hasta ahora, las cifras oficiales hablan de 79 personas fallecidas, 29 desaparecidas, mil 380 escuelas afectadas y 121

See Full Page