El juez Fernando Vejar pitó el final del partido y las cámaras de inmediato se fueron con Humberto Suazo. Se acercó al árbitro, quien le abrió los brazos como se abraza a un amigo. Comenzaron a rodearlo compañeros y rivales, quienes uno a uno lo despedían con palabras y más abrazos. El cariño al nacido en Llolleo es transversal, supera las barreras de cualquier camiseta.

¿El resultado del partido? Eso es algo que para el público de San Luis pasó a un segundo plano, pese a que se juegan un lugar en en la Liguilla por el Ascenso. El estadio Lucio Fariña Fernández estaba más interesado en llorar al ídolo que en masticar el empate sin goles ante Deportes Copiapó, un resultado que estira la definición por el campeón hasta la próxima semana, cuando el León de Atacama se enfrente con Universidad

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