El gobierno de transición tiene una misión que no admite ambigüedades: restablecer el orden, el respeto a la ley y la confianza ciudadana. Seis meses parecen poco, pero pueden ser decisivos si se entienden las prioridades. Ninguna reforma política, económica o institucional tendrá sentido si el país continúa sometido al poder del miedo. La criminalidad organizada ha traspasado los límites de la delincuencia común y se ha convertido en una estructura paralela de poder, infiltrada en la economía, la política y la vida cotidiana. Por eso, la seguridad ciudadana es esencial. La criminalidad mata y la guerra contra ella es la columna vertebral de la transición. Sin seguridad, no habrá campaña limpia, ni libertad de expresión, ni elecciones democráticas. Si el Estado no logra contener la ola de

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