Aínsa es una paradoja hermosa. Es al mismo tiempo un icono turístico del Pirineo y un pueblo que, pese a ser muy visitado, ha logrado mantener su dignidad arquitectónica, su ritmo de vida y hasta cierto aire de plaza mayor antigua donde todavía parece que va a entrar alguien a caballo con noticias del valle. No es casualidad que forme parte de la red de los pueblos más bonitos de España: aquí casi todo tiene categoría histórica.

El casco antiguo de Aínsa, elevado sobre la confluencia de los ríos Cinca y Ara, es Conjunto Histórico-Artístico desde 1931 , la misma fecha en la que se reconoció como Monumento Nacional tanto la iglesia parroquial de Santa María como el enorme castillo que protege la villa desde la Edad Media . Caminar por su Plaza Mayor porticada es recordar de golpe

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