Cuando el enfoque especializado se aleja de la realidad cotidiana, la gestión pierde capacidad de acción.

Encerradas en marcos conceptuales –que pueden ser valiosos para el diseño de políticas públicas o privadas–, muchas propuestas corren el riesgo de volverse ineficaces si no se adaptan a contextos cambiantes.

Incluso la mejor planificación puede quedar paralizada cuando las circunstancias del momento no acompañan su implementación.

Esto ocurre en numerosos ámbitos de la administración pública. Y el turismo no escapa a esa lógica. Es una pieza clave dentro de la cadena de valor política y económica, atravesada por factores dinámicos y realidades diversas.

Las herramientas profesionales aportan valor, pero sólo cuando los destinos están en condiciones de llevarlas adelante. Si se igno

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