Es un caluroso mediodía de sábado y llegamos al mercado de Atarazanas . Solemos venir aquí cada semana a proveernos de carne, pescado y verduras para los días siguientes, al igual que cientos de malagueños. El mercado está lleno hasta los topes, como siempre, pero hoy lo encontramos especialmente concurrido. Es difícil dar un paso sin pisar ni ser pisado. Muchos han venido a comprar, como nosotros, pero hay también muchísimos turistas que se han metido aquí a hacer fotos. Los hay que se plantan delante de cualquier puesto, con sus equipos carísimos, a inmortalizar las gambas y las conchas finas como testimonios altamente exóticos, sin prisa alguna, con todo el tiempo de su parte. Como resultado, los pasillos están colapsados y cuesta abrirse camino. Una joven pasa a nuestro lado en dir

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