En La Plata todavía se lee. En voz alta, en los clubes de lectura o en la mesa de novedades. Entre cafés de barrio y pantallas encendidas, los libreros coinciden: hay público para todo. La Ciudad conserva ese entramado de librerías que funcionan como refugio, punto de encuentro y brújula cultural.

Santiago Aranciaga, empleado de una tradicional librería de calle 7 entre 55 y 56, lo resumió con una frase: “Hay público para todos”. Según cuenta, los fines de semana y las fechas especiales —como el Día de la Madre— revelan tendencias claras. “Se notó una inclinación hacia las novelas románticas, hacia escritoras más clásicas como Isabel Allende, Florencia Bonelli o Rivero. Muchos hijos venían a buscar lo nuevo de Allende, ‘Mi nombre es Emilia del Valle’”, comentó en diálogo con EL DIA.

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