En un mundo tan cambiante y competitivo como el de la industria del automóvil, crecer -y, sobre todo, resistir- como una empresa familiar durante más de siete décadas tiene un significado especial. Si el capítulo más reciente de tu trayectoria está marcado por una dana como la del 29 de octubre de 2024 que arrasó por completo tu corazón productivo -pero de la que has logrado salir adelante en meses-, esa resiliencia cobra mayor valor. Es la última de las aristas, una de las más impactantes al haber dejado 30 millones de euros en pérdidas al devastar instalaciones, maquinaria o productos que se ubicaban por debajo de los dos metros que alcanzó el agua embarrada, que componen hoy una empresa valenciana como Industrias Alegre. La misma que echó a andar -aún no sobre ruedas- en 1953.
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