El mundo vasco y el catalán andan bastante desconectados . A tenor de la admiración mutua que en teoría nos profesamos, resulta sorprendente, pero la evidencia está ahí, un tanto incómoda . Ya no hay vasquitis ni catalanitis , consecuencia de una desmitificación saludable, pero también de distancias políticas y sociales crecientes.

En la era del infotainment , del espectáculo continuo, el show lo genera Madrid . En esto el centralismo se ha superado. Tiene producto, altavoz y repetición para captar nuestro interés. Mientras Ayuso no calla ni debajo del agua, Catalunya tiene en Illa el perfil opuesto, de tipo razonable y discreto. La salsa, la sal y la pimienta andan por la Villa y Corte, y en el mundo occidental en una Casa Blanca en demolición. Hay más entretenimient

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