La batalla por encontrar un pan verdaderamente en los pasillos del supermercado se ha convertido en una odisea para muchos. Entre etiquetados engañosos y reclamos de marketing que rozan la picaresca, distinguir el grano de la paja es una tarea casi imposible. Sin embargo, en medio de este laberinto de harinas refinadas disfrazadas, la nutricionista Andrea Sorinas ha identificado una referencia en que supone una excepción a la norma, un producto que es exactamente lo que promete ser: un pan integral de verdad .

De hecho, la principal virtud de esta hogaza no reside tanto en lo que contiene, sino en lo que deliberadamente omite. Su composición destaca por la ausencia de azúcares añadidos y aditivos superfluos, dos elementos tristemente habituales en la panadería industrial. Esta limpiez

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