La deuda no nace de una hoja de cálculo, sino de un desequilibrio emocional. El miedo lleva a endeudarse para sentirse seguro; la impulsividad, a gastar sin pensar; la culpa, a compensar con regalos o apariencias; y la comparación social, a mantener un estilo de vida que no se puede costear.
En la economía moderna, el endeudamiento se ha convertido en una herramienta de crecimiento, pero también en una trampa silenciosa. Las deudas son, al mismo tiempo, un motor y una cadena.
Nos permiten acceder a oportunidades, expandir un negocio o adquirir un patrimonio, pero cuando se sobrepasan los límites del equilibrio, la deuda se transforma en un peso psicológico que erosiona la salud, las relaciones y la productividad.
En el ámbito empresarial, financiar proyectos, invertir en maquinaria o ac

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