Durante años, la obesidad fue tratada como un problema de conducta individual. Comer menos, moverse más y resistir la tentación parecían ser las únicas fórmulas posibles. En el centro del debate, la balanza era un juez implacable: si el cuerpo no respondía, la culpa recaía sobre quien lo habitaba. Ese paradigma comenzó a resquebrajarse con la llegada de una molécula que cambió el mapa de la medicina metabólica: la semaglutida.

Este principio activo de los medicamentos Ozempic y Wegovy , desarrollados por el laboratorio danés Novo Nordisk , revolucionaron el campo de estudio. En apenas unos años, esta familia de fármacos se transformó en una revolución científica, económica y cultural que reconfigura no solo cómo se trata la obesidad, sino también cómo se la comprende.

De la

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