El Ejército de Estados Unidos ha emprendido una profunda reorganización de su estrategia para el uso de drones, un cambio de paradigma que busca transformar radicalmente su función en el campo de batalla. El objetivo es que estos aparatos no tripulados dejen de ser meras herramientas teledirigidas para convertirse en extensiones inteligentes de las unidades , capaces de interpretar y ejecutar de forma autónoma la «intención del comandante». Se trata de pasar de un control manual y constante a un sistema donde los drones operan bajo órdenes de alto nivel, liberando a los soldados de la microgestión.

Esta nueva doctrina responde a una necesidad acuciante de optimizar los recursos humanos durante las operaciones de combate. En la actualidad, la coordinación de una simple emboscada con dron

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