Por Gonzalo Arango

(A Benjamín Arango)

Hermano:

Hoy amanecieron los periódicos en llamas con el incendio de Quibdó. Me sentí desolado con la tragedia.

Amo esa tierra donde fui feliz, donde tengo amigos, donde vives como en tu casa. Allá tendrás un día una modesta tumba decorada con trepadoras y ángeles abejorros que chuparán las mieles de la orquídea salvaje.

Lo primero que pensé al leer el periódico fue: “Rayos, mi hermano se quedó sin casa”. Yo sabía que eso no te importaba. Por eso no te mandé un telegrama ni un cheque de cien pesos. Tú no aceptarías un privilegio mientras todos amanecieron hoy en la miseria.

Te imaginaba entre las ruinas, más pobre que todos, porque sé que sufrías por todos; porque nunca tuviste nada, salvo tu corazón.

La última vez que nos vimos sólo tenías el

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