Compartiendo diálogos conmigo mismo

La huella de nuestros andares: El Señor siempre nos arropa, camina con nosotros, se deja atraer por la modestia y rechaza la altivez del orgulloso.

Contribuyamos a que la miseria humana se halle con la piedad divina, abracemos su voluntad, hagámoslo con el alma llena de gratitud y gratuidad.

Bajo un mismo sentir, de querer lo que Él quiere, nuestros pasos se moverán en un clima de auténtica humanidad, gracias a la contribución dócil de cada mortal.

I.- Hazte pequeño, en las grandezas humanas

Uno debe abrirse a los dominios,

encerrando su personal grandeza,

despejando horizontes enlutados,

destapando la perversa posesión,

pues todo es donación y entrega.

Que el miramiento nos vivifique,

ya que nadie es más que ninguno,

en este hacer y rehac

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