CDMX.- Doña Coreta se quejó con lamentoso acento en la merienda de los jueves: «Pesqué a mi marido haciendo el amor». Una de las señoras la tranquilizó: «Casi todas las aquí presentes pescamos marido de ese modo». Los nombres no los recuerdo; los versos no los olvido. En el Madrid de principios del pasado siglo, dos intelectuales que tenían gran amistad entre sí riñeron por motivos baladíes. Amigos comunes, apesadumbrados por esa disensión, organizaron una comida a la cual invitaron a ambos, que se sorprendieron al encontrarse juntos en el ágape. Uno de los amigos levantó su copa e hizo en verso un brindis: «Quédese el rencor insano / para enemigo insolente. / El hombre es del hombre hermano. / Si hay quien extienda la mano / yo sé que habrá quien la estreche». Los dos enemistados se pusie
De política y cosas peores
El Heraldo de Aguascalientes14 hrs ago22


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