La bisabuela Carmen y el bisabuelo Salvador fundaron Abanicos Andrés en 1880. Ella era teladora y él, varillajero. Trabajaban para una fábrica de abanicos en Valencia, hasta que se casaron y decidieron mudarse a Aldaia. Su historia nos la cuenta Macarena Andrés , dueña del que ahora es uno de los talleres más antiguos de esta localidad . Pertenece a la cuarta generación de abaniqueros en un pueblo donde familias enteras viven de este oficio. Un accesorio que hace cientos de años se convirtió en algo más: una tradición histórica que mantener y una artesanía que se guarda como un tesoro.

El taller de Abanicos Andrés está a 50 metros del barranco de la Saleta . “Nos entró agua por la parte de delante, por la puerta, por el garaje, por todos los desagües, por el váter y por todas partes

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