En la lengua de suegra, cada hoja es un “tanque” de reservas. Cortar por costumbre debilita la planta y abre puertas a infecciones. La regla general es sencilla: intervenir solo cuando hay hojas dañadas , deformes o con manchas extensas, o cuando la maceta quedó saturada y conviene dividir. El resto del tiempo, observación y paciencia.
El calendario también cuenta. La mejor ventana es finales de primavera y verano, cuando la planta está activa y cicatriza mejor. En otoño e invierno, los cortes tardan más en cerrar y los riesgos aumentan. Antes de tocar, revisa luz, riego y drenaje: la poda no corrige problemas de base ; solo ordena lo que ya funciona.
La técnica lo es todo. Las puntas recortadas no vuelven a afinarse; por estética, conviene retirar la hoja completa a ras del sustrato

Clarín

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