Millones de personas usan Internet a diario, principalmente desde el celular o el ordenador. Sin embargo, una práctica habitual y aparentemente inofensiva —instalar extensiones en los navegadores— se ha convertido en uno de los principales focos de riesgo digital.

De acuerdo con expertos en ciberseguridad , estos pequeños programas pueden transformarse en herramientas para el robo de información, la manipulación de datos o incluso la instalación de malware.

Según la empresa de seguridad informática ESET, más de la mitad de las extensiones analizadas en entornos corporativos presentan un nivel de riesgo alto, aun cuando proceden de tiendas oficiales como Chrome Web Store o Firefox Add-ons .

El peligro radica en la confianza excesiva de los usuarios y en la falta de control sobre lo

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