Si hay un lugar por donde indefectiblemente pasan los fanáticos del género terror, son los autores clásicos de los siglos XIX y XX. Nombres como los del estadounidense Edgar Allan Poe o el irlandés Bram Stoker son referentes ineludibles en la escritura del miedo, y en ellos hay un rasgo esencial: la presencia de los animales.
Es que a diferencia de cómo los retrata la literatura actual, en aquellos tiempos los animales aparecían en una dimensión salvaje e incontrolable (algo que ha rescatado Stephen King en Cementerio de animales o Cujo). Aquella contradicción llamó la atención de la periodista y traductora argentina Lala Toutonian.
“Me di cuenta de que en la literatura contemporánea los animales suelen aparecer domesticados, simbólicos o redentores -dice a Culto-. Pero en los relatos de

La Tercera

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