Ahí vienen dos cadáveres. Se acercan en la caja de una camioneta negra, gigante, que acelera trepando por la rúa José Rucas hasta el corazón de un entramado de doce favelas juntas que todos llaman, para unificar, Complejo Penha . En portugués, Pluma . Depende el tránsito, estamos a poco más de media hora hacia el norte, por un empalme de autopistas con nombres de colores (Vermelha y Amarelha), del centro de Rio de Janeiro.

La camioneta viene precedida por una docena de motocicletas de todo tipo y tamaño, que llevan hasta tres personas cada una. La espera un furgón anaranjado de Defensa Civil que dice, en blanco sobre negro: “Recolhimento de cadáveres” . El furgón tiene la caja cubierta y dividida en compartimentos como nichos. Entran cuatro ataúdes.

Detrás de la caja, en el piso,

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