En otoño el sol cae antes, se desprende en el horizonte con la melancolía de las hojas que planean su descenso desde las alturas de los árboles hasta el suelo.

Es el ciclo de la vida, que deja la plenitud de los días al sol para arrullarse en los tonos ocres, en los paisajes que mutan, en las chimeneas que lanzan tímidas bocanadas de humo.

Discurre el río de la vida al mar de los recuerdos, a la memoria de lo que fue. Aquello que era cascada, es ahora lago. La quietud tras el frenesí, los lunes al sol de la jubilación después de la adrenalina.

En el ocaso de 2025 se apagan las velas que fueron incendio entre el tintineo de los susurros. En la era digital se despide un ciclismo con deje analógico.

Ciclistas de otro mundo que ven el final de sus carreras en una ecosistema radicalmente

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