Histórico. El Cilindro estalló . Así lo pidió él, Gustavo Costas, ese DT que de no haber estado en el campo habría ocupado algún sitio en las tribunas de ese templo que cobra vida. Que se vuelve volcánico. Que grita y ruge y se ilusiona. Que de golpe desaparece y queda debajo de esa fosforescente nube pirotécnica que se ve desde toda Avellaneda. Y también desde el cielo.

Porque sí: ahí arriba alguien se tuvo que haber emocionado con esa ceremonia a la que convocó el DT carismático, cuando no intérprete de lo que significa ser (de) Racing . Un entrenador que posiblemente también haya quedado sorprendido por la magnitud. Que hizo match con la escala del partido, del torneo, del sueño.

Uno que el destino quiso que volviera a definirse ahí mismo. En esa cancha que alguna vez fue trinch

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