Santiago de Cuba (Cuba), 29 oct (EFE).- El cubano Eliécer, de 43 años, se dio por muerto varias veces cuando los vientos huracanados de Melissa movieron su casa de planchas de zinc como una maraca. Se acurrucó con su gatito y se despidió de su perra, que se ahogó cuando el agua subió más de un metro.
“La casa se quiso estremecer y yo dije: ‘Bueno, Señor, pon tu mano poderosa. Tú sabes lo que tú haces’. Si me muero, al menos muero solo”, recuerda en declaraciones a EFE.
Mientras habla, Eliécer saca kilos de fango de lo que fue su hogar, a las faldas de la carretera que lleva a Guamá, el municipio por el que el huracán, con categoría 3 (de 5) en la escala Saffir-Simpson, tocó tierra en Cuba en la madrugada de este miércoles.
Su esposa -que pasó la noche en Santiago de Cuba- fue una de las

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