Rosario, 1943. Una mujer escribe. Su máquina, su cuaderno y una ventana abierta al barrio Mataderos —hoy Villa Manuelita o Tablada—. Frente a ella, las montañas de basura del vaciadero municipal. A su lado, un hombre con una cámara escondida. Él dispara; ella anota. Juntos documentan un paisaje que el progreso había decidido olvidar. Así nació Las colinas del hambre , la novela con la que Rosa Wernicke retrató la pobreza en una ciudad que prefería no mirarla .

Ochenta años después, esa mirada vuelve. La nueva edición del libro, publicada por las editoriales rosarinas Serapis y EMR, mantiene las ilustraciones originales de Julio Vanzo y suma un prólogo de la profesora Analía Capdevila. La presentación se realizó en la Feria del Libro de Rosario y fue, más que una charla, una puesta e

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