Un equipo de científicos canadiense ha descrito los restos fósiles de un rinoceronte extinto del Alto Ártico que vivió hace unos 23 millones de años, durante el Mioceno temprano, y está estrechamente emparentado con otras especies de rinocerontes que prosperaron en Europa millones de años antes. Los autores lo describen como un animal pequeño, delgado y sin cuerno , una imagen alejada del ideario colectivo que se tiene de estos mamíferos.
El esqueleto fósil de esta nueva especie, bautizada Epiatheracerium itjilik , se ha recuperado casi completo . Los restos se localizaron en el cráter Haughton de la isla Devon, en Nunavut, en el extremo norte canadiense, según describen los autores en la revista Nature Ecology and Evolution .

“ Actualmente solo existen cinco especies de rinocerontes en África y Asia, pero en el pasado se encontraban en Europa y Norteamérica, con más de 50 especies conocidas gracias al registro fósil”, explica la autora principal del estudio y jefa de paleobiología del Museo Canadiense de la Naturaleza (MCN), Danielle Fraser.
La familia de los rinocerontes se amplía gracias a la localización de Epiatheracerium itjilik, pero la importancia de su hallazgo va mucho más allá, porque “la incorporación de esta especie ártica al árbol genealógico” ofrece “nuevas perspectivas para comprender su historia evolutiva” .
El estudio presenta un árbol genealógico actualizado de los rinocerótidos y también aporta pruebas de que las nuevas especies árticas migraron a América del Norte a través de un puente terrestre que pudo haber sido una vía de dispersión de mamíferos terrestres millones de años después de lo que sugerían las pruebas anteriores.
Pequeño, delgado y sin cuerno
No todos los rinocerontes son grandes ni cuentan con un cuerno. De hecho, los científicos recuerdan que los rinocerótidos presentaban una gran variedad de formas y tamaños, desde grandes y parecidos a hipopótamos hasta relativamente pequeños y sin cuernos. En el caso de Epiatheracerium itjilik , este grupo de científicos lo describen como un ejemplar pequeño y delgado, de tamaño similar al del rinoceronte indio moderno. Y carecía de cuerno.

“Lo más destacable del rinoceronte ártico es que sus huesos fósiles se encuentran en excelente estado . Están conservados tridimensionalmente y solo han sido parcialmente reemplazados por minerales. Se descubrió alrededor del 75 % del esqueleto, lo cual es increíblemente completo para un fósil”, afirma la paleobióloga, coautora del estudio e investigadora principal del CMN, Marisa Gilbert.
Respecto al nombre, los científicos han querido rendir homenaje al hábitat del rinoceronte en el Alto Ártico, por lo que consultaron con Jarloo Kiguktak, un anciano inuit y exalcalde de Grise Fiord, la comunidad inuit más septentrional de Canadá. Así, explican que “itjilik” significa “helado” o “escarcha” en inuktitut.

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