Tengo una propuesta impopular: que los diputados no vuelvan a trabajar de manera presencial.
Mi teoría es que ver un salón de plenos medio vacío nos evita la tentación de pensar que tenemos un Congreso medio lleno. Ver el desdén que los legisladores tienen por su única función quizá nos haga pensar dos veces el voto, el costo o la importancia de su papel a la hora de que vayamos a las urnas.
Lo digo porque no termino de saber qué actitud es más indignante. El desparpajo de atender una reunión por zoom, distraído con un partido de pádel, una reunión, el tráfico o cualquier cosa que los distrae (porque a la mayoría de los diputados algo los distrae) o verlos igual de distraídos en las curules. Dormidos, viendo partidos en las pantallas portátiles, mientras hay discusiones infinitas en trib

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