Según comienza el descenso del vuelo que une Oslo con cualquiera de los dos aeropuertos (Svolvaer y Leknes) que posee el archipiélago de las Lofoten, uno comienza a entender la etimología de su próximo destino. Los picos montañosos puntiagudos de las islas dibujan la forma de la pata de un lince, motivo por el cual el noruego antiguo decidió bautizar esta sucesión de islas como lo (lince) foten (pie). En el vuelo ya se intuye el perfil de viajero que se acerca hasta aquí, con mucho teleobjetivo y muchas guías de escalada entre sus equipajes.

Las islas Lofoten se presentan al mundo como una cordillera de 160 kilómetros de longitud, con montañas salvajes de color verde esmeralda que se elevan directamente desde el mar. Estamos en un archipiélago formado por unas 2.000 islas, islotes y

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