Después de mezclar carbón con unas gotas de leche de cabra, Basran Jogi, de 60 años, se vuelve con su aguja hacia sus invitadas del día: dos niñas pakistaníes que han venido a hacerse su primer tatuaje tradicional.
En las aldeas hindúes de la frontera oriental de Pakistán, cerca de India, las tatuadoras llevan siglos dibujando con agujas líneas de puntos, círculos y otros adornos geométricos en los rostros, los brazos y las manos de las niñas. “Primero, dibujamos dos líneas rectas entre las cejas”, explica Jogi. “Y ahora clavamos la aguja entre esas dos líneas, suavemente, hasta que aparezca la sangre”, continúa.
›Pooja, de seis años, hace una mueca mientras los puntos comienzan a formar círculos y triángulos en su frente y barbilla. Su hermana mayor, Champa, de siete, se impacienta:

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