María Concepción Ladino, “La Bruja Asesina”, usó rituales y rezos para atraer a sus víctimas antes de acabar con sus vidas

En los años noventa, mientras Colombia enfrentaba un clima de violencia y miedo, una figura se movía en silencio entre barrios, pueblos y montañas. Se hacía llamar María Concepción Ladino, aunque muchos la conocieron por otro nombre: “La Bruja Asesina”. Su mirada tranquila, su voz pausada y su habilidad para inspirar confianza le permitieron acercarse a sus víctimas sin levantar sospechas. Pero detrás de ese rostro amable se escondía una de las mentes criminales más oscuras del país.

Todo comenzó con promesas de sanaciones, limpias y rituales espirituales. Ladino se presentaba como una guía capaz de curar enfermedades, atraer la fortuna o alejar las malas energías. A

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